Una buena parte del mérito de esta iniciativa le correspondía al periodista –y pionero de la marcha atlética en España– Lluís Meléndez. El hilo conductor de esta iniciativa fue el centurió romano Luci Cecili Optat, vecino de Barcino, que legó en el siglo II d.C. 250 dinares para la organización, cada año, de unos juegos públicos.El que más llama la atención es que Lluís Meléndez conoció este legado el 1932, al descubrir una lápida romana empotrada en una esquina de las calles Arlet y Hércules. Cómo que el texto estaba en latín recorrió, para la traducción, a los servicios del director del Museo de Historia de Barcelona, Agustí Duran y Sanpere. Después, la lápida pasaría a formar parte del patrimonio del Museo Arqueológico situado en la falda de Montjuic.